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miércoles, 5 de junio de 2013

Carpones maños ! (1/2)

Cuatrocientos y pico kilómetros nos separaban de nuestro destino, aguas con un toque especial por la cantidad de pesca y el gran tamaño que pueden llegar a albergar sus peces, muchos mosquitos y mucha orilla disponible para disfrutar de una agradable sesión. Era hora de subir al mítico Ebro, de tentar a sus grandes carpas y a esos gatos hambrientos y de tamaño descomunal que solo podemos encontrar en aguas mañas.
Disponíamos de dos noches, iba a ser una salida un poco express, contando que solo en ir nos ventilamos 5 o 6 horas y más si tenemos que ir despacio ya que llevábamos la barca llena de material, pero nada ni nadie nos iba a quitar las ganas.
Salimos el Viernes temprano y a la hora de comer ya estábamos allí, teníamos que dar con algún playón o algo por el estilo para poder desembarcar, así que después de dar varias vueltas por la zona elegida encontramos un rinconcito muy bueno para poder hacerlo.
Después de tener todo cargado en la barca pusimos rumbo río arriba buscando alguna zona que se adaptase a nuestros gustos, al final decidimos quedarnos en la orilla izquierda del río teniendo el cauce pegado a nuestro puesto y contábamos con la posibilidad de pescar una pequeña cola a nuestra derecha, por lo que no pintaba nada mal.


Decidimos ponernos pegados al cauce porque la otra orilla había sido inundada por las riadas y las lluvias que se habían ido sucediendo en el lugar estos días atrás, el agua estaba muy revuelta y toda esa zona eran playas inundadas entorno a setenta centímetros y metro y medio de profundidad, mientras lo sondeábamos había zonas que teníamos que ir a remo porque daba la hélice del motor en el suelo...


Ya una vez en el puesto elegido, empezamos a bajar el material de la barca y a preparar cebos, montajes y demás.. Teníamos que aligerar el ritmo que la tarde se iba echando encima y aún nos quedaba sondear, marcar y cebar el lugar, por lo que nos pusimos manos a la obra.


Como ya os había dicho antes teníamos el cauce a escasos metros de la orilla, teníamos unos 10-12 metros de profundidad y la sonda no paraba de marcar peces entre los 9 y los 11 metros, teníamos a la pesca  metida abajo, eso era una muy buena señal.
Hicimos un cebado copioso en los márgenes del cauce para que la corriente no arrastrase mucho el cebo, la amplia mayoría de nuestros montajes iban a ir repartidos allí, pero siempre hay que guardarse un as en la manga y probar otras opciones, así que una caña cortando la entrada de la cola y otra fuera del cauce a unos 150 o 200 metros de la orilla.
Eran las 6 de la tarde y ya teníamos todo listo, solo tocaba esperar, aunque no tocó esperar mucho para oir chillar a la primera alarma, no habían pasado ni 2 horas cuando una de las cañas colocadas en el margen del cauce se arranca fuertemente, unos cuantos arreones con mucho genio y conseguimos traer el pez a la orilla, la turbidez de las aguas no nos dejaba apreciar bien la captura pero no parece mala, al ensalabrarla vemos que no nos equivocábamos, una carpa sana y fuerte que superaba las dos cifras descansaba en nuestra moqueta. La sesión no empezaba nada mal... Era un macho, ya que dejó su seña de identidad en la moqueta jiji.



Después de hacernos un par de fotos con el ejemplar, era hora de soltarlo y empezar a hacer la cenita que el día había sido duro y las tripas rugían, después de comer algo brotó el buen royo como de costumbre, unas cuantas risas y anécdotas y a dormir esperando que nos despertase alguna alarma, pero no, la noche pasó tranquila y la verdad que no nos preocupamos demasiado, los peces habían entrado al cebadero y ya se empezaba a ver actividad en el pesquil, por lo que había esperanza de llevar alguna locomotora más a la moqueta... Estaros atentos y no os perdáis la segunda parte de la sesión que no tiene desperdicio. ;)


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