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jueves, 28 de noviembre de 2013

Doscientos treinta centímetros de pura baba !

A todo pescador que se precie le gustan los retos, y a mí más que a ninguno. Siempre había tenido ganas de sentir la fuerte y brutal picada de un gato del Ebro, y la primera vez que subí por aquellas aguas no corrí esa suerte, aún tenía esa espinita clavada, por lo que volvieron a plantearme la oportunidad de subir a intentarlo de nuevo y sin pensármelo dos veces acepté la oferta. Corría el mes de Octubre y como todos sabemos los cambios de temperatura afectan en gran parte al comportamiento de la pesca, llevamos un año un poco loco, el calor ha estado presente hasta hace escasos días y ya tocaba oxigenar aguas, empezábamos a dar la bienvenida al otoño y a sus lluvias torrenciales, y con ello a las grandes sorpresas en forma de "pepinos" ! jiji.
Nos esperaban tres días de pesca intensa, como la anterior vez, decidimos subir la barca para poder movernos y escoger un puesto tranquilo y alejado de accesos fáciles, una vez allí empezamos a cargar el material en la barca y a movernos en busca de nuestro pequeño rincón en el que íbamos a pasar varias horas, un par de kilómetros río arriba, dimos con el puesto perfecto, una curva libre de enganches y vegetación y con el cauce pegado a la orilla opuesta, el lugar prometía y la sonda ya empezaba a marcar algún que otro pez.




Ya con todo preparado era hora de buscar los puntos calientes del lugar, dando alguna que otra vuelta con la barca conseguimos localizar un par de pozas a la derecha de nuestro puesto que no tenían mala pinta, la sonda nos marcaba peces y la temperatura subía un par de grados respecto a la temperatura del río por lo que vimos correcto el soltar un par de montajes allí, el resto de cañas ya estaban lanzadas a conciencia y solo era cuestión de esperar, afrontábamos la primera noche con ganas y como esperábamos obtuvimos resultados, un poco antes del amanecer conseguimos hacernos con una carpa bastante maja, la cosa no empezaba mal, entre la lucha y el ensalabre del animal amaneció, por lo que no hizo falta guardar la captura en ningún saco, pesaje del pez, foto y al agua de nuevo.


El día continuó con calma, no hubo más picadas, por lo que de nuevo esperábamos que llegase la noche, parece que la pesca allí está mas activa durante las horas nocturnas, y así fue. Mientras tanto mi compañero mataba el tiempo al lance, haber si conseguía engañar a alguna lucioperca o algún silurete pero no hubo suerte. Empezaba a atardecer y era hora de preparar montajes y posturas para ver si durante la segunda noche engañábamos al tan esperado siluro.


Ya con todo preparado, decidimos hacer la cena y charlar sobre como iba la sesión, pros y contras que nos afectaban, y sobre todo como colocar los montajes durante las próximas horas si en la segunda noche no obteníamos resultados, pasadas unas horas decidimos meternos en el saco a esperar picada, y la noche no falló, era el turno de mis compañeros que también pudieron disfrutar de varias picadas de carpas, todas durante la noche y ofreciendo una fuerte lucha, algunas se resistieron a llegar a nuestras manos, ya que no paraban de sacar hilo.
Yo también conseguí hacerme con alguna que otra común, pero el tan esperado siluro seguía sin aparecer, guardamos las capturas en varios sacos de retención y a la mañana siguiente decidimos hacernos las fotos. Como podéis apreciar son fuertes comunes, el Ebro guarda bonitos peces.




La mañana fue pasando tranquilamente, habíamos dado con la tecla y eso era lo importante, aún nos quedaban unas pocas horas allí y teníamos la esperanza de conseguir algún siluro, hasta el momento todo iba bien, las carpas iban entrando, no hacía falta utilizar esas famosas ristras de 4 o 5 pellets y anzuelos barra cero para hacernos con las capturas, con finos montajes también puedes conseguir grandes carpas, en cambio para el siluro si utilizábamos anzuelos mas grandes y 3 o 4 pellets en el hair, y hasta el momento no habíamos obtenido resultados, por lo que decidimos cambiar y probar con un montaje un tanto más discreto, uno o dos pellets en nuestro bajo, sacar la linea al otro lado del cauce y volcar un par de kilos encima para ver si así dábamos con algún gato de buen porte.


Y la verdad que lo conseguimos, horas antes de finalizar la sesión una caña se arranca con fuerza, clavo al pez y lo único que puedo hacer es mantener la caña lo más vertical posible, que forma de sacar hilo... He de decir que me puse bastante nervioso por lo que le dije a mi compañero que arrancase el motor de la barca para poder lucharlo desde allí, no quería que el animal se encerrase en ningún lado, sabía que era un siluro, mi primer siluro y aún no daba crédito, me limitaba a ver las fuertes arrancadas del animal y a sujetar la caña con fuerza... Después de media hora intensa de lucha desde la barca el animal empezaba a subir hacia la superficie, y yo y mi compañero empezábamos a ver las burbujas, señal de su agotamiento... Al final conseguí hacerme con mi primer siluro, y que siluro madre mía !! No me lo podía creer era mi primer gato y la cinta métrica llegaba hasta los dos metros y treinta centímetros, fue algo increíble que nunca olvidaré, uno de esos momentos que todo pescador recuerda.




La sesión concluyó de la mejor manera posible, habíamos conseguido nuestros objetivos, mis dos compañeros batieron sus récords personales de carpa y yo conseguí mi primer siluro y mi actual récord, por lo que era hora de empezar a recoger el material para poner rumbo a casa con el trabajo hecho. Fueron tres días de disfrute y momentos únicos, sin duda alguna una de mis mejores sesiones a pie de orilla, espero poder disfrutar de nuevo de la lucha con un coloso de agua dulce como es el mítico siluro, nos vemos en la orilla amigos...