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lunes, 29 de julio de 2013

Barbete veraniego !

¿Quién dice que el barbo solo muerde nuestro anzuelo en los meses más fríos?, que la mayoría de ellos lo hagan durante esa época no quiere decir que no haya algún curioso que quiera tocar nuestra moqueta en pleno verano.
En esta época suelo salir poco, el verano me mata... muchos grados de temperatura tanto fuera como dentro del agua y demasiada minitalla incordiando nuestras posturas, pero como todos sabemos, a los que de verdad nos gusta esta afición aguantamos poco sin pisar orilla.
En estos meses más cálidos hay que aprovechar las horas claves en nuestras salidas de pesca, pocos son los peces que suelen tocar moqueta cuando el sol está en todo lo alto, la mayoría de pescadores sabemos que el amanecer y el atardecer son dos momentos idóneos para intentar engañar algún buen ejemplar, por lo que nos toca madrugar para pillar los primeros rayos de sol, y así fue a las 6:30 ya estaba montando todo el arsenal en el lugar elegido, ahora en verano suele amanecer sobre las 7 de la mañana, por lo que lancé mis cañas un poco a oscuras, pero sabiendo perfectamente donde caían mis montajes.
Siempre me gusta jugar a dos bandas, por lo que una de mis cañas la coloqué bastante orillada buscando los peces cerca de las junqueras y las espadañas, y la otra perdida a largos metros de mi orilla... Ambas con su malla de PVA y con una postura bastante fina, anzuelos del 8, y a jugar con cebo artificial que en esta época es nuestro gran aliado contra los cangrejos.
El sol empezaba a salir pero aún hacia algo de rasca y se conservaba el frescor de la noche, cuando me quise dar cuenta la caña que tenía pegada a la orilla se arranca rápidamente, el pez consigue meterse en las junqueras pero pude incarle mi anzuelo, que manera de partir juncos y carrizos, menos mal que llevo buenos puentes en mis carretes y consiguieron aguantar las embestidas y cabezazos de este animal, con un poco de suerte consigo traer la captura a la orilla y entre coletazos y chapoteos me doy cuenta que es un bonito y sano barbo común, me quede bastante sorprendido ya que por la zona no se suelen ver muchos de este tamaño.


Aquí tenéis al bonito ejemplar, como podéis apreciar aún hacía fresco en el lugar e iba bien abrigado jiji. Después de la típica foto y de pesar la captura, el animal fue devuelto a su medio, pensé en guardar el pez en un saco de retención ya que a la hora de comer venía un compañero, pero es fatídico para cualquier captura tenerla retenida en plena orilla a 30 o 35 grados de temperatura, por lo que decidí soltarlo rápidamente.


La cosa empezaba bien, volví a lanzar mi caña en el mismo lugar esperando otra picada que me alegrase aún mas, sabía que las primeras horas no me iban a defraudar y así fue, llevaba una hora escasa en el lugar y ya tenía la primera captura del día.
Era un poco inhumano aguantar allí, las horas centrales del día son mortales para nosotros y para la pesca, suele ralentizarse mucho la actividad en todos los lugares, por lo que hay que buscar sombra y protección mientras esperamos la ansiada picada.


A media mañana llegó mi compañero a pasar la tarde con nosotros, estuve comentándole un poco como habían transcurrido las primeras horas del día, la pesca no se había movido en absoluto, solo se oía algún que otro chapoteo cerca de la orilla y dentro de los juncos, estaba claro que con este calor la pesca busca pozas profundas o la sombra que dan los arboles en la orilla, por lo que decidimos sacar alguna linea con la barca y meterla dentro de los carrizos, haber si conseguíamos engañar algún ejemplar. La tarde fue pasando sin ningún sobresalto, estábamos esperando el atardecer como antes os he comentado, y la cosa se fue animando un poco más, el sol iba bajando poco a poco y ya se veía algún pez saltar cerca de nuestras posturas, a eso de las 9 de la noche, uno de los tensores de mi compañero le avisa de una picada trasera en una de sus cañas, la postura está colocada un metro dentro de las espadañas, pero sin pensárselo dos veces tira y consigue clavar el pez, el animal se volvió loco y tiro más hacia dentro de los carrizos, el pez estaba bastante encerrado en la maleza y no podía sacarle de allí, no le quedaba otra opción que montarse en la barca e ir en busca del animal, pero la tensión de la linea no iba a aguantar mucho más y en un forcejeo desde la barca partió. Mi compañero me comentó que había notado peso, y que quizás fuese una buena captura, pero no pudo hacerse con ella.
Aguantamos un poco más por si alguna otra caña se volvía a arrancar ofreciéndonos una bonita lucha, pero nada, nos íbamos un poco con el sabor agridulce de no haber podido llevar ese pez a nuestra moqueta, es muy sacrificado aguantar todo un día de verano, con este calor tan sofocante, sin ningún signo de actividad y que al tener una picada el pez no te de ninguna opción. Pero como todos sabemos esto es así, y en el carpfishing todo vale.